El cielo sobre Berlín
El Festival Internacional de Cine de Berlín es mi favorito de todos los que tienen lugar en Europa. Uno tiende a valorar los eventos en función del lugar donde se celebran y creo que me enamoré de Berlín en invierno desde la primera vez que anduve por sus calles. Diría que fue por la multicularidad de sus restaurantes, por la naturalidad con que los transeúntes bebían sus cervezas en el Metro o el cine, por pedir un café para llevar en las mañanas bajo cero y contemplar, un poco hipnotizado, como humeaba por el contraste térmico, por cruzar en medio de la noche el Tiegarten y que de repente surgiera, como por ensalmo, la dorada Siegessäule entre los árboles desnudos. Aquel día, al verla, además de proclamar su nombre como hiciera Filipides con sus palabras finales, busqué si había ángeles en lo alto contemplando nuestras mortales vidas. No pude encontrarlos, quizá bailaban en algún club. Al llegar al hotel escribí unos pocos versos.